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Recoge la ropa

Mientras aguantaba la última prenda con su barbilla sobre el resto de ropa que soportaba al hombro se dio cuenta. Justo en ese instante, después de ver caer la pinza roja en el cubo de lata que recogía el resto de trabas de colores, de madera, de insustancia como la de sujetar la ropa y de luchar contra el viento. Ahí con el último tac que golpeaba el metal, con la suavidad en su cara y el olor a

tic tac

En este momento, no siento nada. No siento la pérdida, ni la alegría. No siento el aire, ni la felicidad, solo siento el peso del minutero como se clava en mi pecho y se hunde, atraviesa y no sangra.He cambiado de reloj, la pulsera se rompió, pero el minutero siguió corriendo, atravesando aún más la herida que dejará hueca, vacía… Ni el mar en lágrimas, ni el desconsuelo ni los recuerdos podrán

Higos pasaos

Justo en la esquina donde se abría la azotea esperaba una destila de piedra que goteaba el tiempo limpio. Un bernegal verdoso que con un cacharro de lata palpitaba las horas en un sonido metálico antes de abrir la puerta a empujones. Una puerta que se aferraba a la guía mientras la humedad resistía la huída. Allí sentado en el suelo con las piernas abiertas iba trenzando cebollas. Antes de salir